martes, 23 de marzo de 2010

Vagabundo




Permanecía quieto, sentado encima de un pequeño bordillo. Con cara de desolación, a la intemperie, la cara enmugrecida y poblada de barba espesa y emblanquecida por su edad… su mirada perdida en el infinito… Vestido con ropa desgastada y maloliente… (Un abrigo de color beige, gorro verde con un pompón gracioso por encima, unas zapatillas rotas, una bufanda larga… y unos guantes que dejaban al descubierto sus manos morenas y deterioradas quizá por el frío invernal).
Su mirada perdida en el infinito; eso era lo que me hacía ver más allá de lo que físicamente estaba viendo. Guardaba un lamento, melancolía, soledad, inquietud…
Pensé que le podría haber llevado a esta situación…
¿El cierre de una empresa?, ¿La muerte de un familiar, o ser querido?, ¿El fracaso de una carrera? o… ¿más bien un trabajo?
Este hombre de bien saberlo, igual tenía una millonada de dinero detrás de esa gabardina beige.
Un coche, un caserón, una familia, un trabajo. Pero todo no puede ir tan bien… Cuando se le presenta una urgencia en la clínica, una operación que tiene sus riegos, más riegos que posibilidades… Era su mujer, la misma que había permanecido junto a él más de veinte años, la que había dado a luz a sus tres hijos, y había dado tanto amor a todos…
Quiso llevarlo él, y así fue... un descuido, un fallo milimétrico, o simplemente egocentrismo… Le hizo perder a su mujer, y a sus tres hijos.
Detrás de sus pupilas… detrás de una circunstancia hay un motivo.

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