jueves, 17 de febrero de 2011

CONFESION

Empezó siendo un juego pero luego se me fue de las manos. Así, empieza mi confesión.

Intentar romper una rutina no es fácil saben, yo lo intenté, pero esta es fuerte, se agarra al suelo como la raíz de un árbol y como alguien tan chico como yo puede pretender arrancar un árbol que lleva en el mundo más años.

Viajo dos veces por semana.

Estudio y lo hago lo mejor posible, como debe ser. Siempre saludo, al entrar. Sonrió cuando es preciso, me callo cuando no debo hablar, escucho cuando lo necesitan, abrazo cuando lo piden. Me despido al salir.

Me hago la comida y se la hago a los demás. Limpio y ordeno. Asciendo la cabeza cuando me piden algo y casi nunca digo que no.

Intento cantar, tocar , escribir y hablar de cosas interesantes. Mirar pelis gore y de miedo… si eso también. Intento entender, sorprender, entretener . No ser una carga y mucho menos tener problemas.

Procuro no caerme, no cortarme ni quemarme. Mucho menos romper platos.

Intento estar guapa y mantenerme en forma. Cocinar y dibujar bien.

Pretendo ser buena hija, buena hermana, buena amiga y como no buena novia. Eres complaciente con todo el mundo menos contigo misma.

Hasta que un día tienes demasiado tiempo para pensar. Te das cuenta que te pasas las noches sin dormir, que aunque cojas un tren no sabes donde esta tu lugar y que gritar es lo que más te apetece hacer.

Así que en medio de la calle, mojada por la lluvia porque te dejaste el paraguas, te apartas los pelos de la cara y estallas a llorar. Algo habitual en los humanos por lo que he oído.

¿Señores quieren que confiese? Muy bien, pues así lo hare.

Confeso no ser perfecta.

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