martes, 13 de septiembre de 2011

La mente de Descartes y la inverosimilitud de Planilandia.

Me planteo el hallar los hilos que sustentan el destino, no para cortarlos, sino para admirar de que material estan hechos, y por que alguien no dejó el destino en manos de otros que no fuéran ni dioses hechos de banalidades, ni poderosos que agitan sus manos mientras ven como el caos se agita hasta demolerlo todo. Igual que la forma en la que crecen los cristales, telarañas expresamente colocadas en la brisa de la vida, y que cada uno mida sus decisiones por los errores que vendrán.

Tal como lo plantea Descartes , que describe al cuerpo humano como una maquina que no se distingue de cualquier artefacto que puedan crear los hombres, y a la mente como el conductor de dicha maquina. La mente como un parásito del cerebro.

Y luego caer en el eterno agujero del universo, que no es otro que la vida misma, la cuál nos sobrevive sin temer que nos derriben. Depende de tí, depende de si llevas los cordones atados, de si estas preparado para darlo todo y no recibir nada. Y rezar al destino, una vez más .

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