Cayo del cielo quedando extendido encima de las flores amarillas que ella cuidaba. Nunca antes había visto un individuo así, tan extraño y a la vez familiar. Mirando con atención y curiosidad a ese muchacho saco un hilo de voz fino y cariñoso. Él, aturdido, poco a poco abrió los ojos azules como el mar, transparentes y sinceros.
-¿Me has salvado?
-No, yo solo he dicho ¿hola?, ¿Eres un Ángel?
-Jajaja…
Así empezó algo muy especial, que significaría mucho para los dos en un futuro no demasiado lejano.
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