martes, 9 de febrero de 2010

Acto de (No)Fe

No creo en los sueños
No creo en la necesidad de creer en los sueños
No creo en la necesidad de ser felices que invalida la posibilidad de ser felices con un trocito de realidad
No creo en los límites
Creo en la grandeza de los errores
Creo en el eterno caminar de una vida errante
Creo en la energía de permanecer (aquí, ahora, y quizá después)
que se retroalimenta
y, quizá,
no creo en nada de lo que creo
creía
o creeré.

En el fondo, es tan simple como que
lo único que me ata a cualquier creencia
son las raíces que toda persona va alargando hasta el suelo
en las alas que tiende hacia un cielo
imposible
y que, por no creer, me siento más libre
para mirar al mundo a la cara
del alma
para vibrar por todo aquello que me inquieta
para vivir,
esa actitud leve
que nos tensa
como el arco
a pesar de tener las manos
ocupadas
contando nuestras
(no)creencias.

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