Escuchar música clásica i sentirte psicópata, con ganas de coger
un cuchillo i empezar a degollar gente como si fuera el último día de tu vida.
Y después sentarte a esperar que vengan las consecuencias que aun sabiendo
cuales son, no te preocupan, solo por el simple hecho de saber que el
contrabajo mas grave la volverá a tocar.
Sonata tras sonata, idea tras idea, todo parece encajar como
si de las muñecas rusas se tratara y entonces… Zas! El último intérprete de la
segunda fila desafina. La música deja de sonar, los cuellos se mueven i los
ojos se centran en él.
-Señor director, perdóneme, estaba jugando a ser libre.
-Desafine tanto como quiera entonces. Y vosotros porque lo miráis?
Él ha sabido crear e interpretar el pentagrama tal i como no estaba planeado!
Pensáis que es malo? Equivocados están todos! La música va de eso. En verdad no
desafinó, simplemente hizo otra nota, que probablemente en otra pieza hubiera
sido la mejor!
Batuta en mano, volver a empezar.
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