Es fácil hablar, prometer, y besar, también es fácil decir te quiero en vano.
Si, somos así de necios.
¿Por qué?, porque prometemos aun sabiendo que no tenemos la capacidad suficiente para aportar lo necesario a la persona que nos acompaña, día tras día.
Pero, eso sí, siempre nos acordaremos y cumpliremos la parte que máaaaaaaaaaaas nos gusta!, y es la de recordarle constantemente que es un despojo, que no sirve para nada, que no tiene sentimientos, o incluso de pagar sus malos días con él/ella, en vez de compartirlos y vivirlos.
Ahora bien, cuando tienes la verdad absoluta de las cosas, parece ser que surge el arrepentimiento. Y pasamos de ser indecisos, a tenerlo todo solucionado.
Que las heridas no se pintan, y el corazón no se arregla con cuatro trozos de celo.
Y después de darle mil vueltas al asunto, de rabiar y llorar debajo de la almohada, e intentar ponerle la mejor cara al mundo y a la vida, te das cuenta del tiempo que pierdes, has perdido y perderás.
Hagas lo que hagas, y digas lo que digas, el final de las cosas es irremediable…
Así que no te desmorones en cambiarlas.
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